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miércoles, 4 de julio de 2007

El cortado del verano

Si alguna vez hiciera una lista de las 10 mejores cosas que hacer en esta ciudad, una de ellas sería, sin duda, tomarse un cortado del verano. Esta exquisitez para la boca me la descubrió Burbujita hará ya un par de años. Creo que mis expectativas no eran muy altas cuando vi. que sólo nos desplazábamos unos metros desde nuestro punto de encuentro. Helados Soler es uno de esos sitios que pasan desapercibidos para ojos como los míos. Sita en la Calle San Vicente, en el tramo entre Plaza de España y San Agustín, está claro que implica demasiado ruido y bullicio. En las horas diurnas suelo buscar tranquilidad para mis cafés y mis cervezas. Pero todo cambió cuando tuve esa ambrosía en mi boca, era obvio que la vida de mis papilas gustativas iba a cambiar para siempre.

La fórmula no tiene grandes secretos. Un café y una pequeña bola de leche merengada servido en un vasito típico de cortado, de esos con la boca más ancha que la base. Primero me gusta tomar un par de cucharaditas del helado, luego lo mezclo todo y entonces adquiere un aspecto como granizado, me encanta pescar los grumitos blancos que han quedado en el vaso y aplastarlos contra el paladar; si esperas un ratito más el helado se deshace del todo y entonces tienes la bebida perfecta con un frescor increíble. Y no, no sabe como un cortado normal, ni como un café con leche, ni como un café helado….sabe como un cortado del verano. No sé explicarme mejor, no soy un crítico gastronómico de cartelera semanal. Tampoco sé si esto es algo que lleva siglos inventado o si lo han inventado los de Helados Soler, la verdad e que no recuerdo haberlo visto en ningún otro sitio. No me importa, a mi me gusta tomármelos allí, soy muy sentimental respecto a sitios donde disfruto tomando algo y suelo ser fiel. Me gusta el nombre que le han puesto, “cortado del verano”, es poppy, casi parece el título de una canción de Niza y el personal es muy amable, la señora heladera, tan dulce como sus productos, es de las que se gana con meritos la apostilla “de toda la vida”

El caso es que algo debe de tener este vicio. Recientemente se lo hemos descubierto al Cárabo y pocas son las tardes que no me llama para ir a tomarnos dos seguidos. Si, creo que le voy a llamar para ir a dar una vuelta por el centro

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