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martes, 27 de julio de 2010

LAKE MUNGO ("Lake Mungo") de Joel Anderson [2008]

El ahora llamado “falso documental” es un género casi tan antiguo como la Historia del Cine. Se entiende por tal, la utilización del lenguaje documental para contarte una historia. ¿Qué es el lenguaje documental?; resumiéndolo mucho, todo documental que se precie de serlo ha de cumplir dos premisas importantes: la total objetividad de lo narrado y, por lo tanto, la total ausencia de juicios de valor sobre lo que te están contando. Porque la finalidad de todo documental es eso mismo: la de generar esos juicios de valor en el propio espectador.

Con la aplicación de estas técnicas en la narración de una historia, lo que se pretende conseguir es, por un lado, la captación del interés del espectador (una “voz en off” siempre es sugerente) y, a la vez, la de acentuar la credibilidad de la historia (algo que es innegable que nos da el cine documental). Estos resultados suelen ser distintos según el porcentaje del lenguaje documental utilizado en la narración de la historia. Así, por ejemplo (y para el que esto escribe), los mejores “falsos documentales” con un equilibrio perfecto entre documental y drama son: “Ciudadano Kane” (Citizen Kane, Orson Welles, 1941), (para muchos, la mejor película de todos los tiempos), “Zelig” (“Zelig”, Woody Allen, 1983) (la maravillosa rareza de Woody Allen) y “Ciudadano Bob Roberts” (“Bob.Roberts”, Tim Robbins, 1993) (quizá la más terrorífica de las tres)

Dentro del cine fantástico y de terror, las referencias al falso documental las podemos encontrar en la famosa “voz en off” final de algunos títulos de ciencia ficción de los años 40-50 sobre invasiones marcianas, cuya finalidad no era otra que la de darle el punto de terror final a los espectadores antes de que saliesen de la sala. Y, de ahí, ya no fue hasta los años 70, donde ya acentuaron más el lenguaje documental en títulos como “Holocausto caníbal” (“Caníbal holocaust, Ruggero Deodato, 1980) con la “polémica” cita (y rumor) de “basado en hechos reales”. Más tarde con “El proyecto de la bruja de Blair” (“The Blair Witch Project”, Daniel Myrick & Eduardo Sánchez, 1999) aparecerían otro tipo de “falso documental”, que bien se podrían llamar “Reality movie”, pues el tema documental brilla casi por su ausencia. Son películas, como por ejemplo, aparte de “La bruja de Blair”, “Monstruoso” (“Cloverfield”, Matt Reeves, 2008) o la española “[REC]” (Jaime Balagueró & Paco Plaza, 2007)

Y “Lake Mungo” sí se podría decir que es un falso documental al 100%. La historia que nos cuenta es muy simple: una adolescente desaparece y es encontrada ahogada en un lago. A raíz de ese hecho, la familia de la adolescente empieza experimentar fenómenos extraños y situaciones sobrenaturales que les llevan a investigar desde el “qué nos quiere decir” hasta el “qué pasó en realidad esa noche”.

Lo mejor de “Lake Mungo” es precisamente eso, el utilizar el lenguaje documental para contarte una historia simple, muy simple; una historia que contada de otra manera no tendría ni el más mínimo éxito ni el más mínimo interés. Y es que “Lake Mungo” sabe aprovechar al 100% ese lenguaje (esa captación del interés del espectador y esa credibilidad de la historia), mediante el uso de las entrevistas a familiares y amigos, (que te acercan a conocer poco a poco a la adolescente fallecida), y mediante el uso de esas imágenes paranormales grabadas con “handycam” domésticas (que le dan ese toque necesario de credibilidad, suspense y el mínimo de terror necesario a la historia).

En el aspecto meramente dramático, la película cumple con su pretensión, que no es otra que la de ir desenredando la trama casi sin darte cuenta, con la utilización de pequeños giros argumentales necesarios para captar de nuevo la atención del espectador y así llevarte a conocer qué pasó en realidad esa noche; y todo sin la utilización de imágenes impactantes ni giros de guión exagerados y con los justos efectos visuales más efectistas que otra cosa.

En resumen, “Lake Mungo” es un correcto “falso documental”, más documental que, por ejemplo, “La cuarta Fase” (“The fourth kind”, Olatunde Osunsanmi, 2009) pero, eso sí, menos entretenida que esta.

1 comentario:

Alberto Yaya dijo...

Buena web amigo, un saludo desde Argentina.

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